Mala coincidencia la de ayer sábado por la noche: el combate entre Felix Sturm y Matthew Macklin, retransmitido por la cadena SAT1, tuvo un diferencial horario de menos de medio minuto con la pelea que disputaron Daniele Petrucci i Leonard Bundu, ofrecida por el segundo canal de la RAI. Con este panorama, caí en la tentación de hacer zapping... en Hamburgo ganó Sturm por una decisión dividida, con la que no estuvieron de acuerdo Macklin y su esquina. Al no haberlo visto al completo, no puedo dar mi opinión sobre ese veredicto (para ello considero imprescindible puntuar el envite asalto por asalto), pero sí diré que tuve la sensación de que el bravo Macklin de ayer bien poco tenía que ver con el que enfrentó a Rubén Varón en diciembre: en diversos momentos observé al púgil británico anulando el diferencial de talento favorable a Sturm, obligándole a pelear en la corta. Mientras en el combate disputado en el Foro Itálico de Roma, me quedé a medias: aquello prometía emoción con Bundu variando la guardia ante un rocoso y peligroso Petrucci; el problema fue que un choque de cabeza en el segundo round, acabó resultando en una enorme inflamación en la frente de Bundu. Así con el octavo round iniciado, el referee, tras consultar al médico, detenía las hostilidades procediéndose a la decisión técnica... esto no es para hacer broma, pero pareció que el speaker tuviese prisa por irse a cenar: sin indicar las puntuaciones de los jueces, el maestro de ceremonias anunció el resultado de empate (despues los comentaristas de la televisión italiana se espabilaron para dar a conocer como estaban las tarjetas). De esta manera se produjo un hecho poco habitual: la disputa de un título vacante, en este caso el europeo del peso wélter, termina como había empezado.
Antes de introducirme en el directo de este sábado boxístico, había presenciado en diferido el combate del que escribí mi particular previo la semana pasada, Me refiero al pleito entre Gennady Golovkin y Kassim Ouma. Siempre digo que hay que ver los combates (y de manera completa) para sacar cada cual sus propias conclusiones y esta pelea me sirve de ejemplo de ello. Tras el resultado, victoria de Golovkin por KOT en el décimo round, se esconde un combate que deja serias dudas sobre la evolución futura del púgil kazajo... y es que durante los primeros cinco rounds, Golovkin tuvo por defensa su mandíbula, con Ouma llegándole constantemente des de su guardia zurda. Lo que marcó la diferencia fue algo tan simple como contundente: la pegada, mientras que el púgil africano tiraba bofetadas, el europeo le debilitaba a base de pedradas con ambas manos. Al final, mala sensación la mía debido al referee y a la esquina de Ouma... tras ocho rounds, el tercer hombre en el ring consultó al médico (que siempre es un elemento consultivo, la potestad para detener un combate es del árbitro); me encantaría conocer los términos de esa conversación: con Ouma con los ojos hinchados, con cortes cerca de los mismos, sangrando por la boca... y sin aparente opción para ganar, el combate continuó. Los rounds noveno y décimo fueron de los que estremecen y, sobretodo, de los que ponen en peligro la salud de un boxeador... cuando el referee Sr Pérez Pineda se dignó a intervenir, todavía pensé: menos mal que las reglas de la AMB impiden una cuenta de protección si un púgil esta en pie, de lo contrario ese hombre aún hubiese sido capaz de contarle.
De cara al futuro, debo bajar a Golovkin del pódium en el que le tenía, pero lo más importante es que Ouma, quién terminó la noche ingresado, se recupere. Ya van demasiadas veces en poco tiempo, me pasó con el Vitali Klitschko v Shannon Briggs y con el Manny Pacquiao v Tony Margarito (iéndome a un año atrás, también con el Firat Arslan v Steve Herelius), en las que observo a referees que mejor que no subieran a un ring. A un speaker, volviendo a lo de ayer en Italia, se le puede dejar pasar una mala noche, pero no así a un árbitro... o por lo menos, si no tiene el día, que se equivoque por parar la pelea demasiado pronto en lugar de hacerlo demasiado tarde.
Antes de introducirme en el directo de este sábado boxístico, había presenciado en diferido el combate del que escribí mi particular previo la semana pasada, Me refiero al pleito entre Gennady Golovkin y Kassim Ouma. Siempre digo que hay que ver los combates (y de manera completa) para sacar cada cual sus propias conclusiones y esta pelea me sirve de ejemplo de ello. Tras el resultado, victoria de Golovkin por KOT en el décimo round, se esconde un combate que deja serias dudas sobre la evolución futura del púgil kazajo... y es que durante los primeros cinco rounds, Golovkin tuvo por defensa su mandíbula, con Ouma llegándole constantemente des de su guardia zurda. Lo que marcó la diferencia fue algo tan simple como contundente: la pegada, mientras que el púgil africano tiraba bofetadas, el europeo le debilitaba a base de pedradas con ambas manos. Al final, mala sensación la mía debido al referee y a la esquina de Ouma... tras ocho rounds, el tercer hombre en el ring consultó al médico (que siempre es un elemento consultivo, la potestad para detener un combate es del árbitro); me encantaría conocer los términos de esa conversación: con Ouma con los ojos hinchados, con cortes cerca de los mismos, sangrando por la boca... y sin aparente opción para ganar, el combate continuó. Los rounds noveno y décimo fueron de los que estremecen y, sobretodo, de los que ponen en peligro la salud de un boxeador... cuando el referee Sr Pérez Pineda se dignó a intervenir, todavía pensé: menos mal que las reglas de la AMB impiden una cuenta de protección si un púgil esta en pie, de lo contrario ese hombre aún hubiese sido capaz de contarle.
De cara al futuro, debo bajar a Golovkin del pódium en el que le tenía, pero lo más importante es que Ouma, quién terminó la noche ingresado, se recupere. Ya van demasiadas veces en poco tiempo, me pasó con el Vitali Klitschko v Shannon Briggs y con el Manny Pacquiao v Tony Margarito (iéndome a un año atrás, también con el Firat Arslan v Steve Herelius), en las que observo a referees que mejor que no subieran a un ring. A un speaker, volviendo a lo de ayer en Italia, se le puede dejar pasar una mala noche, pero no así a un árbitro... o por lo menos, si no tiene el día, que se equivoque por parar la pelea demasiado pronto en lugar de hacerlo demasiado tarde.
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